La década del 2020 al 2030 fue declarada por la Organización Mundial de la Salud, como “la década del envejecimiento saludable”; para ello, 194 países aprobaron “La estrategia y plan de acción mundiales sobre el envejecimiento y la salud”, en la cual se desarrollan la visión y objetivos que se llevarán a cabo durante dicha década.
Las poblaciones de todo el mundo están envejeciendo rápidamente. Entre 2000 y 2050, la proporción de la población mundial de 60 años y más se duplicará, del 11 % al 22 %. Se prevé que el número absoluto de personas de 60 años o más aumentará de 900 millones en 2015, a 1,400 millones para 2030 y a 2,100 millones para 2050. Esos años adicionales de vida y esa remodelación de la sociedad tiene profundas repercusiones para cada uno de nosotros, así como para las comunidades en que vivimos.
A diferencia de la mayoría de los cambios que experimentará la sociedad en los próximos 50 años, esas tendencias son, en gran medida, previsibles. Sabemos que la transición demográfica hacia poblaciones de más edad ocurrirá, y podemos planificarla para aprovecharla al máximo. El hecho de que se viva más ofrece la oportunidad de reconsiderar no solo lo que podría ser la edad avanzada, sino de qué manera podría evolucionar nuestro ciclo de vida. Ahora bien, la medida en que cada uno de nosotros como personas y la sociedad en su conjunto se pueden beneficiar de esa transición demográfica dependerá considerablemente de un factor determinante: la salud. Lamentablemente, aunque se suele suponer que el aumento de la longevidad conlleva un periodo prolongado de buena salud, existen pocos datos que sugieran que en la actualidad las personas mayores gozan de mejor salud que sus padres a la misma edad.
La mayoría de los problemas de salud de las personas mayores están relacionados con trastornos crónicos, especialmente enfermedades no transmisibles. Muchas de esas enfermedades se pueden prevenir o retrasar mediante comportamientos que propicien la salud. De hecho, aun en edades muy avanzadas, la actividad física y la buena nutrición pueden arrojar beneficios extraordinarios para la salud y el bienestar.
Otros problemas de salud y pérdidas de capacidades se pueden gestionar eficazmente, en particular si se detectan con suficiente antelación. E incluso para las personas con pérdidas de capacidades, los entornos favorables pueden permitirles llevar una vida digna y continuar su desarrollo personal. Sin embargo, el mundo está muy lejos de este ideal, en particular para las personas mayores pobres y las pertenecientes a grupos sociales desfavorecidos. Es preciso adoptar urgentemente medidas de salud
El envejecimiento es parte integrante y natural de la vida. La forma en que envejecemos y vivimos este proceso, nuestra salud y capacidad funcional, dependen no solo de nuestra estructura genética, sino también (y de manera importante) de lo que hemos hecho durante nuestra vida, del tipo de cosas con las que nos hemos encontrado a lo largo de ella, de cómo y dónde hemos vivido nuestra vida.
El envejecimiento y la urbanización de la población son el resultado de un desarrollo humano exitoso durante el siglo pasado. También constituyen desafíos importantes para el siglo actual. La prolongación del promedio de vida es el fruto de avances críticos en la salud pública y las condiciones de vida. Tal como se indicara en la Declaración sobre Envejecimiento de la OmS de Brasilia (8) en 1996, “las personas mayores saludables constituyen un recurso para sus familias, sus comunidades y la economía”. El crecimiento urbano está asociado al desarrollo tecnológico y económico de un país. Las ciudades vibrantes contribuyen al mejoramiento de las condiciones de vida toda la población de un país —tanto urbana como rural—. Dado que las ciudades son el centro de la actividad cultural, social y política, son un semillero de nuevas ideas, productos y servicios que influyen sobre otras comunidades y, por ende, sobre el mundo. Sin embargo, para ser sustentables, las ciudades deben proveer estructuras y servicios que sostengan el bienestar y la productividad de sus residentes. Las personas mayores, en particular, requieren entornos de vida facilitadores y de apoyo para compensar los cambios físicos y sociales asociados al envejecimiento. Lograr que las ciudades sean más amigables con los mayores constituye una respuesta necesaria y lógica para promover el bienestar y el aporte de los residentes urbanos de mayor edad y mantener ciudades prósperas. Dado que el envejecimiento activo es un proceso que dura toda la vida, una ciudad amigable con los mayores es una ciudad para todas las edades.
La idea de la ciudad amigable con los mayores se basa en el marco para envejecimiento activo de la OMS. El envejecimiento activo es el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. En una ciudad amigable con los mayores, las políticas, los servicios, los entornos y las estructuras proveen sostén y facilitan el envejecimiento activo de las personas, mediante:
• El reconocimiento de la amplia gama de capacidades y recursos existentes entre las personas mayores;
• La previsión de y respuesta flexible a las necesidades y preferencias relacionadas con el envejecimiento;
• El respeto por sus decisiones y elecciones de estilo de vida;
• La protección de las personas más vulnerables; y
• La promoción de su inclusión en todas las áreas de la vida comunitaria y de su aporte a estas.
El envejecimiento activo depende de una variedad de factores influyentes o determinantes que rodean a los individuos, las familias y las naciones. Estos incluyen condiciones materiales así como también factores sociales que afectan a los tipos de conducta y sentimientos individuales. Todos estos factores, y su interacción, influyen de manera significativa sobre la calidad del envejecimiento de los individuos. Muchos de los aspectos de los entornos y servicios urbanos reflejan a estos factores determinantes y han sido incluidos en las características de una ciudad amigable con los mayores.
Actualmente existen ciudades en el mundo que se han destacado por la búsqueda de estos entornos idóneos para el envejecimiento exitoso y es así como se han vuelto ciudades ideales para el retiro. En 2021, el Índice de Jubilación Global realizó una puntuación que se basa en varios factores como: casa, servicios, desarrollo, clima, gobierno, salud, oportunidades y coste de vida, y estos fueron los países preferidos para el retiro: Costa Rica, Panamá, México, Colombia, Portugal, Ecuador, Malasia, Francia, Malta y Vietnam.
Dentro de nuestro país, las ciudades más amigables para el retiro son: Península de Yucatán, San Miguel de Allende, Riviera Nayarit, Chapala. Otros lugares: Costa alegre de Jalisco, Bahía de San Carlos Sonora, Akumal Quintana Roo y Santiago de Querétaro.
El objetivo principal en el proceso inevitable del envejeci- miento debe ser la búsqueda de formas de conservar y mejorar las habilidades funcionales de las personas, ayudarles a manejarse independientemente en la comunidad y, fundamentalmente, mejorar la calidad de sus vidas, y es por eso que las ciudades para el retiro deben buscar y facilitar que el adulto mayor preserve esta funcionalidad.
Para que se pueda dar un envejecimiento saludable se requieren muchas condiciones, principalmente hay que apostar por la prevención, en la cual no solo tenemos que pensar en la prevención de enfermedades, sino en que el entorno físico del adulto mayor sea propicio para su desempeño, con el menor riesgo de accidentes o caídas; debemos apostar, por supuesto, por el ejercicio físico y mental, una dieta equilibrada, acorde a enfermedades y necesidades de cada paciente; tener en control enfermedades crónicas si es que ya se padecen.
La atención médica del adulto mayor es compleja, por lo que se debe abordar de manera ordenada e integral; para ello, en la geriatría se ha desarrollado un modelo en el que se intentan cubrir todos los campos necesarios para el mejor abordaje en su atención; de manera global se deben cubrir las siguientes cuatro esferas: socio/familiar, psicológica/Mental, biológica y funcional. Esto se lleva a cabo desde diferentes tipos de atención: preventiva, consulta médica, hospitalización, cuidados paliativos y cuidados crónicos.
Sin embargo, el ámbito médico conforma solo una parte de todas las necesidades que se tienen en esta etapa de la vida, por lo que se espera que cada vez se tengan más programas, lineamientos y estrategias para mejorar la calidad de vida y tratar de preservar la funcionalidad en este grupo de la población.